lunes, 15 de febrero de 2010

Valores Ciudadanos


Más allá de la educación formal de cada quien, la formación de ciudadano se sustenta en los valores que se aprenden en el hogar. Y no importa si se trata de un hogar ‘incompleto’ por la ausencia de uno o de ambos cónyuges... No importa si es un hogar pobrísimo enclavado dentro de una favela brasileña o en un peligrosísimo barrio caraqueño... Esas carencias son ‘características’ que aportan un ingrediente de dificultad, mas no un eximente del valor.

Tampoco importa la religiosidad o la laicidad de los que integran ese hogar, porque lo que prevalece en los niños y los convierte en ciudadanos, son los valores, ésos que se aprehenden desde el seno de un hogar, cualquiera que sea su estructura o su sino. Cuando los valores son práctica diaria en el entorno de los niños, casi con seguridad surgirán en él las conductas que apreciamos como ‘ciudadanía’; vale decir, el comportamiento de las personas cuando está delimitado por ciertas normas fundamentales, como la urbanidad y las buenas costumbres de aprobación social.

Pero los valores no vienen impresos en el código genético de la humanidad. Ellos son el resultado de un aprendizaje, de un proceso de socialización que se debe poner en práctica en la primera escuela del niño: en el hogar. Así, la receta para una ciudadanía activa y comprometida es: H+VxE (Hogar más valores, multiplicados por el ejemplo), una fórmula que debería ser elemento fundamental para ejercer cualquier cargo en la administración pública.

Los valores que se internalizan en la niñez son determinantes en las actitudes políticas de los adultos. Las actitudes que los ciudadanos toman en el ejercicio político se manifiestan en tres tipos de respuestas: Las respuestas afectivas, basadas en los sentimientos que los hacen los reaccionar para asumir una actitud en una situación determinada. Las respuestas cognitivas, sustentadas en las creencias y valores que el personaje público tiene como referencia en su vida, como las actitudes que se originan a partir de las creencias sobre sí mismos y el mundo que les rodea. Y las respuestas conductuales, que tienen una dimensión más filosófica, en esencia de filosofía política, que determinan el enfoque y su comportamiento ante una situación.

Para que los ciudadanos puedan vivir en sociedad es necesario que todos, en especial los políticos demócratas comprometidos con la reconstrucción institucional de Venezuela, respeten las normas de convivencia, esas que nos permiten construir un universo participado con las personas que nos rodean. Me refiero a las normas que se construyen desde una cultura compartida y que aunque varíen de unos lugares a otros, se trata de normas que se desprenden de los valores de la comunidad.

Muchas de las normas morales que deben seguir los líderes políticos en su vida pública y en la cotidianeidad de su vida privada tienen que estar basadas en valores; valores que a su vez son importantes y altamente estimados por los ciudadanos. Las normas, la ética y la educación de los que se lanzan a la arena política pública, dicen mucho acerca de las actitudes que tomarán, y cómo esas actitudes o comportamientos públicos responden a unas normas de conducta que están guiadas por valores.

Ser solidario o egoísta, defender la igualdad o discriminar a otras personas, ser tolerante o intolerante, respetar o irrespetar a los demás, son valores y anti valores que determinan las normas de conducta que esos líderes políticos seguirán en cualquier situación. Por eso, la conducta moral del líder (y consecuencialmente, su propuesta política) dependen de sus valores ciudadanos, de tal forma que valores ciudadanos y normas de comportamiento social están estrechamente relacionados a la conducta futura del líder.

Por ello la sociedad implanta en las personas valores comunes, y el hecho de compartirlos es beneficioso para la convivencia del grupo. Los valores no sólo determinan las normas morales que rigen nuestro comportamiento, sino que las normas jurídicas que predominan en una sociedad también están influidas por los valores dominantes en esa cultura. La reconstrucción democrática de Venezuela exige a sus líderes proyectos de futuro que se sustenten en valores ciudadanos, y en las actuales circunstancias, la demostración pública y fehaciente de que ellos, los que pretenden liderar los destinos del país, poseen perfectamente imbricados en sus comportamientos y en sus patrones morales, valores ciudadanos que avalan sus ofertas políticas.

Andrés Simón Moreno Arreche