jueves, 28 de diciembre de 2006

¿Enseña la Universidad a ser ciudadano?

Esta es una pregunta que intriga suponer su respuesta pues, por muchos es bien sabido que, la Universidad adolece de criterios que consideren la ciudadanía como puntal en los procesos de formación profesional. No obstante, cabe una segunda pregunta implícita en tan conmovedora reflexión. ¿Por qué sucede esto? Pudieran pensarse muchas respuestas. Quizás, una tenga que ver con la concepción rígida que siguen los formatos educacionales universitario por los cuales se inhibe al estudiante de procurarse métodos acordes con la motivación al logro asociada con procesos que incitan la formación ciudadana.

Es un problema que aqueja a la Universidad, a pesar de ciertos esfuerzos que, aunque aislados, no dejan de ser importantes. Pero que aún así, desconocen el meollo de todo cuanto implica formar, o acuciar la ciudadanía como praxis. O como esquema de vida personal. Ciertamente, esta discusión deja ver la brecha que ha surcado la distancia entre propuestas educacionales, a instancias de teorías o paradigmas particularmente constructores de actitudes, y las tendencias que marcan el devenir diario en la formación del profesional universitario actual.

viernes, 15 de diciembre de 2006

Hablemos de ciudadanos

Muchas conjeturas se han expuesto sobre el perfil del ciudadano. Que si es uno. Que si posee tales o cuales capacidades. Que si nace armado de potencialidades que permitirán lucirse como tal. Sin embargo, pudiera decirse que el ciudadano es esa persona con la naturaleza que la educación le brinda.
Un ciudadano no es un improvisado. Tampoco es el temerario aventurero, aunque pudiera estar cerca de lo que implica pues su tarea requiere del factor que le imprime el conocimiento de la vida. Entonces, ¿quién es un ciudadano?
Un ciudadano es aquel individuo que posee la capacidad para asumir lo que otro no es capaz de hacer. Y fundamentalmente, de advertir por cuanto debe ver más allá de lo que las situaciones le permiten en un momento y espacio de normal comportamiento. Su fortaleza la constituye su capacidad de entender al otro en condiciones diferentes a la suya.
No obstante, las circunstancias deben prodigar razones y acciones que han de caracterizar la situación en la cual esa persona ha de demostrar su sensibilidad y virtudes. De manera pues que se puede ser buen ciudadano sin esfuerzos titánicos.

jueves, 14 de diciembre de 2006

¿Qué puede entenderse por inducir valores ciudadanos?

Inducir valores ciudadanos, nunca ha resultado ser un propósito de inmediata realización. Son muchos los factores que determinan tal hecho. Más aún, son difíciles de abordar. Todo ello luce un problema que sólo puede explicarse desde la complejidad del tejido social. Mejor aún, desde la práctica social.

Inducir valores de ciudadanía, resulta de distintos procesos que condicionan múltiples elementos que, como causas y efectos ante una situación real, se ven obligados a integrarse alrededor de hechos que pudieran mostrarse factibles desde todo orden. Aunque no necesariamente ello sería una condición –sinequanon– para que de su concreción resultara un hecho que pueda preciarse de su logro.

Así puede inferirse, sin ir más allá de lo que este espacio permite, que inducir valores ciudadanos es una tarea de complicada factura. Aunque todo nuestro mundo gire alrededor de promesas que inciten el bienestar individual y el progreso social.